Ayer, me dí cuenta de que era tu voz. Era tu aroma. Eran tus ojos. Era tu boca la que cantaba aquella incomparable melodía. Me quedé totalmente sorprendida cuando te ví. Pensaba que no iba a haber una próxima vez. Pero te ví. Te ví y recordé. Te ví y el tiempo comenzó a correr en sentido contrario. Te ví, y todo lo que nos rodeaba se transformó en aire. En imágenes abstractas. En aromas. En tu aroma. Sólo nuestras miradas se cruzaron, y durante un par de minutos el silencio reinó en aquél lugar. No podía hablarte. Vos no podías escucharme. Sólo podia contemplarte y escuchar esa hermosa poesía transparente que salía de tus labios. Sólo podía ver a tus tristes ojos decir a los míos que te hacía falta. (O al menos, eso era lo que yo quería escuchar) . Me acerqué a vos, y pude sentir cómo mi mente hacía un retroceso instantáneo, mostrándome nuevamente imágenes que quedaron guardadas dentro de mí. Puse mi mano en tu hombro. La deslicé por tu cuello, y percibiendo el leve movimiento del mismo, levanté mi mano izquierda. Te señalé a todas las estrellas y cada una. Pero al volverte a mirar y ver tu mirada vacía comprendí que ni a mí me serviría tener a todas las estrellas conmigo. Quería darte un lindo regalo, pero no sabía qué hacer para poder lograr que tus ojos brillen como lo hacen los míos al verte. Un golpe de depresión me invadió, y vos me mirabas inclinando la mirada levemente. Ayer no fuí felíz. Ayer me quité la venda de los ojos. Ayer supe que todo lo que puedo hacer ahora es olvidar. Porque te dí todo. Te dí hasta lo que no tenía. Te llené de regalos. Pero olvidarte de ellos, es olvidarte de mí. Olvidarte de cada detalle es destruirme lentamente. Olvidarte de estas palabras es condenarme eternamente. Y lo más triste es que yo sé la forma de darle brillo a tu vida. Lo más triste es que yo todavía tengo esperanzas. Pero vos ahora estás perdido. Sólo mirabas hacia otro horizonte. Espero que en algún rinconcito de tu corazón todavía esté aquella pureza con la que te conocí. Espero que por lo menos, mi nombre junto a mi esencia esté en algún pequeño pero no menos apreciable lugar de tu mente. De tu corazón. De tus recuerdos. De tus dibujos. De tu instinto. De tu ser. Espero que algún día, te des cuenta de todo esto. Como yo, el día de ayer.
¿Viste que hay gente normal y gente anormal? Bueno, no entro en ninguno de los dos grupos. Soy Rocío mucho gusto...
mardi 1 mars 2011
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