Encontrar coraje para hacerle frente a las cosas difíciles de la vida no es una empresa fácil y sin embargo, ella se podía jactar de haber dado lo mejor de sí misma y triunfar. Supo vencer aquél miedo que le impedía hablar frente a muchos, dejando de temblar cada vez que lo hacía. Fue capaz de superar todos sus objetivos acádemicos, demostrándo que estaba hecha para mucho. Pudo arreglar también todas las diferencias que la distanciaban de sus seres queridos y por ello fue feliz.
Se sintio valiente, suficiente y aún así, bastó que llegara el momento en que debió plantarse frente a aquellos ojos llenos de indiferencia y despreocupación en los que -se pregunta cómo- alguna vez pudo encontrar calidez, para retroder y entender que era débil. Porque aunque lo intentó, perdió.